«Haz lo que tengas que hacer pero hazlo siempre sobre la base del consenso. Estar de acuerdo cuesta trabajo, pero es la base del éxito. Hay que ser capaces de ponerse de acuerdo siempre». Este fue el último consejo de mi socio, mentor, amigo, mi todo, José Antonio Llorente. Una idea que encapsula su filosofía de vida y trabajo.
José Antonio no solo fundó LLYC nuestra compañía en 1995, sino que la transformó en un referente dentro del sector de comunicación, marketing y asuntos públicos, tanto en España, Portugal como en América Latina. Su visión y dedicación posicionaron a LLYC entre las 40 mayores empresas del mundo en su sector, con más de 1.200 LLYCERS. Su legado va más allá de los límites de LLYC; creo que no somos conscientes de que ha dejado una huella profunda en el sector de la comunicación y el marketing a nivel global. Yo tuve la increíble suerte de poder acompañarle desde el principio, desde que era un becario, aprendiendo día a día con quien se convirtió en un enorme referente profesional y personal. Qué suerte ser becario y poder trabajar al lado de JALL.
Apasionado por la innovación, José Antonio impulsó un modelo de socios profesionales y pionera salida a bolsa de LLYC en el BME Growth, anticipando un futuro que trascendía a las personas. Fue un visionario que supo generar oportunidades de crecimiento para los profesionales, siempre obsesionado con aportar resultados para el negocio de nuestros clientes.
Se fue sereno, tranquilo, contento de una vida plena a la que solo estaba agradecido. Este sentimiento de serenidad y gratitud define cómo José Antonio vivió sus últimos días. Su aceptación de la vida y sus desafíos es una lección de dignidad y paz interior enfrentando una enfermedad como el cáncer.
En los 28 años que compartimos, siempre aprendí algo nuevo de él. José Antonio deja una huella imborrable en más de 5.000 profesionales del mundo de la comunicación y el marketing. Su influencia va mucho más allá de las cifras y los logros, residía en los valores y enseñanzas que impartió a todos los afortunados de conocerlo, de aprender de él, de ser mejores gracias a él. En España y América Latina estoy seguro que en todas las compañías de nuestro sector hay alguien que estuvo cerca de José Antonio.
José Antonio combinaba a la perfección grandeza y humildad. Siempre estaba dispuesto a escuchar, aconsejar y, sobre todo, compartir su visión. En las reuniones, sus ideas no solo iluminaban el camino, sino que abrían puertas a nuevas posibilidades. Su entendimiento del liderazgo transformó mi propia visión y enfoque ante los desafíos, yo soy ADN JALL.
En su memoria, con su legado, a pesar de la tristeza, continuamos adelante, cultivando su herencia de consenso, innovación y humanismo. José Antonio, JALL para nosotros, nos enseñó que el verdadero éxito se mide por el impacto positivo que dejamos en los demás y en el mundo.
Este es su mayor aporte. Su legado. Uno que llevamos dentro, integrado en nuestra forma de ver el mundo, inscrito en nuestro propio ADN. Un ADN que siempre llevará la esencia de José Antonio. #YosoyADNJALL
Te quiero.